La Plataforma Intergubernamental sobre Biodiversidad y Servicios Ecosistémicos, integrada por 123 países de todo el mundo, presentó el marco conceptual que guiará sus estudios los próximos años. La iniciativa propone una mirada integradora para comprender el impacto de los cambios producidos por el ser humano en la biodiversidad.
Plantea una aproximación transdisciplinar y transcultural y, en esa línea, además de las ciencias naturales, incorpora el conocimiento aborigen y el aporte de las ciencias sociales. Fue lanzada a través de dos artículos, uno publicado en Plos Biology y el otro en Current Opinion in Environmental Sustainability. Sandra Díaz, docente e investigadora de la Universidad Nacional de Córdoba, es la primera autora de ambos artículos.
En el último siglo, la biodiversidad en el planeta ha cambiado drásticamente por la influencia humana. Las especies se están extinguiendo a tasas mucho mayores que las naturales, unas pocas especies se están haciendo muy comunes alrededor del mundo y los ecosistemas naturales, en general, han disminuido aceleradamente su superficie. Esto no solo atenta contra los derechos intrínsecos de todos los seres vivos a existir, sino que repercute en la pérdida de una series de beneficios (desde espirituales hasta monetarios, pasando por la salud y la alimentación, entre otros) que las sociedades humanas obtienen de los ecosistemas.
Cada vez resulta más evidente que las medida paliativas inmediatas –como la creación de áreas protegidas estrictas, los programas de cría en cautiverio o los programas de restauración– son importantes, pero no bastan para revertir estas tendencias. La extrema complejidad y multicausalidad del problema requería la generación de nuevos marcos téoricos y herramientas de análisis capaces de encaminar el universo de investigaciones que intentan desenredar la intrincada trama de motivos que convergen en el desencadenamiento de este cambio acelerado en la biodiversidad y los ecosistemas del planeta.
Tras dos años de trabajo colaborativo entre especialistas de más de un centenar de países, procedentes de diversos campos disciplinares y sistemas de conocimiento, la Plataforma Intergubernamental sobre Biodiversidad y Servicios Ecosistémicos (IPBES) está presentando su primera producción pública: un marco conceptual que establece los cimientos sobre los cuales se asentarán las futuras investigaciones que impulse ese organismo.
Se trata de un andamiaje teórico simplificado que plantea una comprensión integral de la interacción de las sociedades humanas con la naturaleza. En esa línea, propone un abordaje transdisciplinario y transcultural a través de seis elementos: la naturaleza, sus beneficios para el ser humano, los bienes antropogénicos (conocimiento, tecnología, infraestructura), los motores del cambio (instituciones, sistemas de gobierno y administración, sistemas económicos) y la buena calidad de vida.
¿Cómo impactará el nuevo marco conceptual? Según sus creadores, podría cambiar la forma en que se lleven adelante los informes de síntesis destinados a informar a los niveles de decisión y a la sociedad en general sobre biodiversidad en los próximos años. En este sentido, esperan que estimule nuevas formas de concebir los problemas, genere nuevas preguntas y proporcione nuevos contextos de descubrimiento.
Una de las notas distintivas de esta propuesta conceptual es la inclusión de conocimientos generados más allá del sistema científico –como los conocimientos aborígenes– y de disciplinas tradicionalmente circunscriptas al campo de las ciencias sociales. En este sentido, el eje “Naturaleza” no sólo incluye conceptos de las ciencias naturales como diversidad de especies, biósfera o procesos evolutivos, sino que también incorpora nociones provenientes de sistemas de conocimiento aborigen o tradicional como “madre tierra” en el contexto de los pueblos originarios latinoamericanos, o las conceptualizaciones holísticas sobre el agua, la tierra y los seres vivos de los pueblos del sudeste de Asia y las islas del Pacífico.
Otro elemento nuevo con respecto a iniciativas anteriores es el papel fundamental que se le da a la dinámica social, económica y de gobernanza como factor fundamental y causa última de los cambios en la biodiversidad.
Para explicar los alcances de la nueva infraestructura teórica, sus autores la presentan como una “Piedra de Rosetta”1 que recupera los puntos en común que –sobre la naturaleza y su relación con el ser humano– comparten distintas culturas y formas de conocimiento (tanto la ciencia occidental como los saberes indígenas). La idea es que este nuevo “mapa” conceptual marque los caminos para futuros estudios interdisciplinarios y transculturales. Un punto de partida básico que ayude a comprender y coordinar acciones para contener la crisis de la biodiversidad.
El lanzamiento a toda la comunidad científica se realiza en el marco del tercer plenario de la IPBES –que se desarrolla del 12 al 17 de enero en Bonn, Alemania– y se concretó a través de la publicación de dos artículos científicos, uno en Plos Biology y el otro en Current Opinion in Environmental Sustainability. Ambos textos tienen como autora principal a Sandra Díaz, profesora titular de la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de la UNC, investigadora superior del Conicet en el Instituto Multidisciplinario de Biología Vegetal (IMBIV), y Directora del Núcleo DiverSus .
“Tradicionalmente veíamos tanto los problemas como las soluciones relacionadas con la biodiversidad dentro de las ciencias naturales. Pero ahora es mucho más evidente que, si bien la biodiversidad como fenómeno está dentro del campo de las ciencias naturales, la crisis de la biodiversidad es un problema social, con soluciones de fondo también en el campo social”, explica Díaz.
“La visiones sobre la naturaleza y su relación con la sociedad son extremadamente heterogénea. El desafío era encontrar un modelo con categorías tan básicas y fundamentales que gente de muy diversos lugares del mundo, con intereses, bagajes culturales y acceso al poder muy diferentes, pudiera hablar sobre los puntos fundamentales que forman parte de los problemas y posibles soluciones en torno a la biodiversidad. Queremos coordinar diferentes vertientes de conocimiento, más que forzarlas a todas dentro de una visión homogénea y unidimensional. Nunca se había intentado hacer algo así a esta escala global. Seguramente será difícil, en lo epistemológico, en lo metodológico, en lo logístico y en lo político, pero no podemos darnos el lujo de no intentarlo seriamente”, completa.
Creada en 2012, la IPBES es una organización compuesta por 123 países de las Naciones Unidas, que surgió con el objetivo de fortalecer los lazos entre ciencia y política en la conservación de la biodiversidad, los servicios ecosistémicos, el bienestar de las sociedades a largo plazo y el desarrollo sustentable.
Uno de sus principales objetivo es alertar a los tomadores de decisión y generadores de políticas sobre los cambios que pueden resultar catastróficos para los ecosistemas y para los beneficios que las sociedades derivan de ellos para su calidad de vida. Para ello generará, a partir del requerimientos de líderes gubernamentales y organismos de la sociedad civil, reportes donde analizará todo el conocimiento producido sobre temáticas específicas.
Fuente: http://www.unciencia.unc.edu.ar
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