Alumnos de la carrera de ingeniería industrial buscan incorporar esos restos a la dieta de cerdos, cumpliendo con las exigencias nutricionales requeridas.
Una planta de procesamiento de frutilla en Lules produce -en temporada- 4500 kg de residuos por día. Esos restos están compuestos por la parte superior de la fruta: la hoja, el tallo y el cabo, que se desprenden del resto de la frutilla. Actualmente, en Tucumán esos residuos no son tratados sino que se los utiliza para abono, pero una vez que se descomponen generan mal olor. No tienen valor comercial, por lo tanto, reutilizar esos restos puede volverlos redituables económicamente y al mismo tiempo generar un impacto positivo en el ambiente.
Emiliano Cremona, Ricardo Romero, Melanie Oscares y Luis Caro, estudiantes de ingeniería industrial y guiados por la ingeniera química Susana Chauvet, proponen reutilizar esos residuos, incorporándolos a la dieta habitual del cerdo. Su alimentación suele estar compuesta por maíz molido, en una mayor proporción, y, en una menor, por expeller de soja (la soja procesada). Esa alimentación se utiliza sobre todo para el caso de los porcinos que mantienen una dieta balanceada desde el punto de vista nutricional, cuya carne se comercializa.
Los investigadores analizaron esos residuos para conocer la conveniencia de incorporarlos a la dieta del animal. Tomaron como punto de partida la información nutricional de la frutilla cultivada en la zona de Lules. La compararon con la composición nutricional de la hoja de lechuga siendo ésta, en algunos casos, parte de la alimentación de los cerdos, y sabiendo que tiene una buena aceptación por parte del animal. Determinaron en qué proporción está presente cada componente del residuo de la frutilla, luego del proceso de despalillado. Este proceso se realiza cuando a la fruta fresca se le desprende la parte superior, donde está el cabo y las hojas, para posteriormente congelar la fruta que se destina a la industria. El resultado fue que ese residuo está integrado por un 67% de fruta y un 33% de hoja, tallo, palitos y cabo.
Para que se cumplan las exigencias nutricionales óptimas en la dieta del animal, los estudiantes calcularon que pueden incorporar hasta un 11% de residuos de frutilla procesada. Esos restos se mezclarían con el maíz en una cantidad equivalente al 78% y con el expeller de soja en un 11%.
Cremona señaló que la iniciativa tiene doble impacto positivo: por un lado, para los packings de frutilla porque les alivia la carga de residuos de la fruta y, por otro, para el criador de cerdos porque les abarata los costos de alimentación. Cremona precisó que la alimentación representa el 80% de los gastos totales que demanda la cría de cerdos.
Por su parte, Romero indicó que es muy sencillo desarrollar la iniciativa de reutilizar los residuos de la frutilla y precisó que se puede aplicar de dos formas: con el residuo fresco o procesado. Advirtió que el productor puede buscar el residuo del empaque y dárselo al animal en el día, en la proporción indicada, y que en ese caso el único costo sería el de traslado. La otra opción incluye realizar el secado de la mezcla, si es que el productor quiere almacenarlo y no utilizarlo en el momento. En ese caso, el criador o un grupo de ellos deberían contar con un horno para realizar el proceso.
Los alumnos realizan actualmente las pruebas y mejoras de su proyecto en el Laboratorio de Gestión de Calidad de la FACET, que cuenta con un horno, donde pueden quitar la humedad a la mezcla para luego almacenarla. Otro de los estudiantes, Luis Caro, detalló que en sus ensayos licúan el residuo, tal cual lo obtienen del empaque. Luego mezclan el líquido espeso resultante con los otros dos componentes (maíz y soja), en la proporción antes determinada. Obtienen una masa húmeda que secan en el horno y pueden darle diferentes formas: desde bastoncitos, hasta pequeñas bolitas o bien un granulado homogéneo.
Daniela Orlandi
Dirección de Medios y Comunicación Institucional.
Fuente: http://argentinainvestiga.edu.ar
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