Investigadores españoles han desvelado los mecanismos detrás de la resistencia a las enfermedades priónicas en perros. Dicha resistencia a priones que presentan los miembros de la familia Canidae podría ser fruto de una adaptación evolutiva al consumo de carroña. El trabajo puede ser clave para lograr nuevas aproximaciones terapéuticas en humanos.
Las enfermedades priónicas están causadas por el plegamiento aberrante de la proteína priónica celular (PrPC), que la transforma en una proteína con una estructura patogénica denominada PrPSc. Este malplegamiento produce en mamíferos un grupo de enfermedades neurodegenerativas que son fatales dado que no existe tratamiento alguno.
Los priones pueden ser transmitidos entre diferentes especies, encontrando el mejor ejemplo en la encefalopatía espongiforme bovina (EEB), comúnmente llamada mal de las vacas locas. El riesgo de transmisión a otras especies no debe olvidarse, sobre todo en aquellas que se encuentran en estrecha relación con el ser humano.
Sin embargo, hay algunas especies que, a pesar de haber estado expuestas a los priones, no parecen ser susceptibles a este tipo de enfermedades. Algunos de los mamíferos que presentan muy baja susceptibilidad son los cerdos, conejos, caballos y perros, cuyas características han sido ampliamente estudiadas mediante modelos transgénicos.
El estudio revela que una región concreta de la proteína priónica del perro parece ser la responsable de esta resistencia a los priones.
Los cánidos son los únicos que, hasta ahora, no contaban con un modelo transgénico que ayudase a explicar su inusual resistencia a las enfermedades priónicas. Para explicar esta resistencia se generaron dos ratones transgénicos que modelaban la situación de los miembros de la familia Canidae. Uno de los ratones produce la misma proteína priónica que podemos encontrar en un perro, mientras que el otro ratón transgénico presenta una mutación que lo hace similar al resto de especies susceptibles.
"Ambos modelos se inocularon con distintos priones para determinar su resistencia a los diferentes tipos de enfermedades priónicas. Ninguno de estos priones producía enfermedad en los ratones con la PrP normal de perro, mientras que los ratones transgénicos mutados de forma similar al resto de especies susceptibles, se infectaron con el agente responsable de la EEB", explica Joaquín Castilla, investigador Ikerbasque en CIC bioGUNE.
Animales completamente asintomáticos
El estudio revela que una región concreta de la proteína priónica del perro parece ser la responsable de esta resistencia a los priones. Esto podría utilizarse para estudiar con más profundidad qué mecanismos controlan el malplegamiento de la proteína priónica en mamíferos, pudiendo aportar datos novedosos en un proceso que, hasta la fecha, sigue siendo una incógnita.
“La principal dificultad es afirmar con rotundidad que uno de los dos ratones transgénicos generados que modelaban la PrP canina era completamente resistente a las enfermedades priónicas. Para llevar a cabo esa tarea, estos ratones fueron inoculados con numerosos priones para evaluar su susceptibilidad, esperando que mostraran resistencia a la enfermedad", señala Castilla.
Algunos de los mamíferos que presentan muy baja susceptibilidad a estas patologías son los cerdos, conejos, caballos y perros.
Tras esperar el tiempo necesario para la aparición de la enfermedad, los ratones del grupo resistente se mostraron completamente asintomáticos. “Este resultado fue respaldado por estudios histológicos postmortem y con la aplicación de una técnica de detección de priones utilizada en el campo. Ambas pruebas arrojaron resultados negativos para la enfermedad priónica, convirtiendo en evidencia el hecho de que los cánidos son resistentes a los priones", añade.
El estudio que ahora ve la luz se ha desarrollado durante los últimos cinco años. Los estudios basados en inoculaciones de priones en modelos animales son siempre largos debido a los tiempos de incubación que presenta la enfermedad. En este caso concreto, al intentar demostrar resistencia a la enfermedad, fue necesario esperar un periodo de tiempo aún mayor, que cubriese por completo la hipotética aparición de la enfermedad. Una vez se cumplió dicho plazo, hubo que sumar el tiempo necesario para los estudios in vitro, incluyendo réplicas para determinar la reproducibilidad y los detallados estudios bioquímicos.
Fuente: https://www.publico.es/
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