Las lanas argentinas son reconocidas en el mundo por su firmeza, color y brillo. Especialistas del INTA hacen un recorrido por las pautas de manejo indispensables para asegurar el buen desempeño de las majadas. Esquila preparto, planes sanitarios básicos y preventivos, según el ambiente, entre las principales recomendaciones.
La Patagonia Argentina produce lanas altamente reconocidas a escala mundial por su firmeza, color y brillo, las cuales cumplen con elevados estándares de calidad que la hacen capaz de ser utilizada para la confección de prendas de alto valor comercial, entre las que se encuentran aquellas que van en contacto con la piel.
“Contamos con razas capaces de producir fibras de alta calidad, criadas en un ambiente sano, natural y libre de contaminación y en un marco de bienestar animal y de gestión sustentable de los recursos naturales”, destacó Emilio Rivera, especialista en producción animal del INTA Río Gallegos -Santa Cruz-.
En un contexto en el que alrededor del 95 % de la producción nacional se exporta; “es necesario cuidar cada etapa del momento de la esquila para que el lote de lana no pierda valor”, aseguró Rivera.
En este sentido, el especialista del INTA remarcó que “la esquila preparto tiene impacto directo sobre la calidad y rinde de la lana y puede mejorar notablemente la supervivencia de los corderos”.
En cuanto al primer factor, mejora el rinde al lavado, dado la menor acumulación de tierra en época de fuertes vientos, y peinado, ya que un eventual adelgazamiento de la fibra de lana ocurriría en la zona de corte y no en el medio de la mecha
“Para cumplir adecuadamente con el proceso industrial, la lana debe tener buena resistencia a la tracción, es decir, superar un umbral mínimo de 30 newton de kilotex”, agregó.
En ambientes con déficit de disponibilidad y calidad de forrajes, como Patagonia sur, esta estrategia permite que la oveja camine con menor peso sobre su cuerpo en busca de alimento. Además, busca reparo al parir, lo que le brinda resguardo del viento al cordero durante los primeros minutos de vida; una vez que este consume la grasa prenatal que le permite enfrentar las condiciones ambientales sus posibilidades de supervivencia aumentan.
Asimismo, Ciro Saber, técnico del INTA Valle Inferior -Río Negro-, explicó que el rinde de fibras obtenido luego de la esquila tiene estrecha relación con las condiciones ambientes.
“En terrenos de poca cobertura, donde además es necesario encerrar los animales diariamente por la amenaza de predadores, el recorrido realizado genera una carga extra de polvo sobre los vellones y una consecuente disminución de los rindes, por lo que el productor debe ser cuidadoso en los terrenos que transita la majada”, agregó el especialista.
Por otro lado, Rivera explicó: “Es crucial trabajar con planes sanitarios básicos y preventivos, con asesoría de veterinarios o especialistas del INTA, que se adecúen a las necesidades del establecimiento y que utilicen productos aprobados por SENASA”
Saber coincidió con Rivera y agregó: “Es importante contar con las vacunas de las clostridiales, ya que este es un momento de sumo estrés para los animales; este sentimiento es el factor fundamental en la aparición de algunas enfermedades como la enterotoxemia”. También, el animal debe estar resguardado frente a un posible corte de las herramientas con la vacuna del tétano.
La esquila es un buen momento para detectar defectos en vellones y mastitis no vistas durante la revisión previa al servicio, y así macar y descartar estos animales. “El desempeño de un animal en condiciones favorables será superior en comparación a otro portador de alguna patología, cuyo desarrollo será con una tendencia negativa”, sostuvo Saber.
Además, “al retirar el vellón del animal se puede ver muy claramente una enfermedad altamente hereditable denominada lana sisal o dermatitis, que produce círculos amarillentos”, agregó. Este animal, sobre todo si es un reproductor macho, puede ser altamente problemático para el sistema
En el mismo sentido, sostuvo que “es imprescindible mantener una comunicación clara con el equipo contratista, ya que esta situación favorece un manejo del rodeo y ejercicio de la esquila consciente”.
Comercialización de fibras
De esta manera, desde el INTA remarcan que la esquila no es solo quitarle el vellón a la oveja, es importante también el acondicionamiento posterior, lo que da confiabilidad sobre la calidad del producto. Este trabajo, con la mirada involucrada del productor en cada etapa, permite en la actualidad comercializar fibras de calidad y con reputación destacada en el mercado.
Para conservar los estándares de calidad es imprescindible aplicar normas de esquila que garanticen una nula contaminación externa. “Esta, dada por hilos de polipropileno o fibras de bolsas plásticas, puede ser común si no se toman ciertas precauciones”, expresó Rivera.
Y agregó que estas fibras de polietileno, o incluso de algunos vegetales, suelen pasar por las cardas de manera imperceptible; una vez dentro de la lana impactan negativamente sobre la calidad del producto final. “Además de la contaminación externa, las puntas amarillas generadas por lana teñida por orina y los excesos de pinturas causan daños y pérdida de valor de un lote”, subrayó el especialista.
Para evitar esta situación, el INTA remarca que es necesario aplicar prácticas que garanticen una buena esquila, acondicionamiento y clasificación bajo las normas Prolana -Programa para el Mejoramiento de la Calidad de la Lana- de la Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca. Este programa tiene como objetivo garantizar la calidad de las fibras por medio de una esquila suelta que permita la obtención del vellón entero, la separación de lana vellón de no-vellón, y la correcta separación en clases, sin contaminación de lote, concluyó Rivera.
Fuente: INTA
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