Esta variable resulta hoy tan importante como la cantidad, ya que si su aporte no es el adecuado puede transformarse en un factor restrictivo para la actividad ganadera. AUTOR: Dr. Julio César Caione. juliocaione@lab9dejulio.com.ar
En la práctica es difícil determinar las características que debe reunir el agua de bebida ya que los animales suelen acostumbrarse con el paso del tiempo a determinada calidad de agua. Cuando se trate de una nueva perforación o luego de una época de sequía se debe analizar la calidad del agua por ser parte de la alimentación en la producción animal.
La calidad química se refiere al contenido de sales beneficiosas y sales perjudiciales. Dentro de las beneficiosas se encuentran el cloruro de sodio, carbonatos y bicarbonatos de calcio, sodio y magnesio y las perjudiciales son los sulfatos de calcio, sodio y magnesio. Cuando se realiza un análisis químico, se deben tener en cuenta determinados componentes:
Contenido de sólidos totales (ST): es la suma de las concentraciones de los sólidos presentes en el agua. La mayoría son sales inorgánicas como sulfatos, cloruros, carbonatos, bicarbonatos de calcio, magnesio y sodio. En general, cuando los niveles exceden los 7 g ST/l la restricción es seria y hace desaconsejable su uso debido a la menor ingesta de agua y, como consecuencia, el consumo de materia seca de alimentos de alta calidad. Por otra parte, el agua que contiene menos de 1,5 g ST/l puede requerir suplementación con mezclas minerales y es común que se definan como aguas “poco engordadoras” mientras que aquellas que poseen entre 2 y 4 g/l se las suele considerar aguas de buena calidad y “engordadoras”. En general los animales adultos y las razas de carne son más resistentes al exceso de sales que los animales jóvenes y las razas productoras de leche.
pH: define la alcalinidad o acidez del agua. Las aguas ligeramente alcalinas (pH 7-7.5) son las mejores para los bovinos. El pH básico (mayor a 9.0) puede indicar mala calidad bacteriológica del agua y, por otro lado, provocar incrustaciones en cañerías.
Cloruros: la forma más abundante en la que se encuentra es asociado con el sodio, dándole sabor salado al agua. Las formas combinadas con calcio y magnesio dan sabor amargo y, si están en exceso, pueden provocar diarrea. Los bovinos que beben agua con altas concentraciones de cloruros pueden presentar intoxicación crónica. Los animales presentan anorexia, debilidad, pérdida de peso, deshidratación, hipotermia. Las vacas lecheras son las más susceptibles a la salinidad de agua.
Sulfatos: es la sal que posee el efecto más adverso. El límite máximo de tolerancia para el ganado se considera de 1500 mg/l. Valores de 1500 a 2500 mg/l producen diarrea temporaria. Por encima de los mismos, es probable que naturalmente los animales no beban ese agua. Está comprobado que con niveles bajos (500 mg/l), en presencia de molibdeno, forman un compuesto insoluble impidiendo la absorción de cobre a nivel intestinal. En los casos en que los niveles de sulfatos superen 1000 mg/l reducen la disponibilidad de cobre a nivel ruminal originando hipocuprosis secundaria o condicionada.
Nitratos y nitritos: su presencia indica contaminación con materia orgánica o con fertilizantes nitrogenados, los niveles máximos aceptados son de 100 y 10 mg/l, respectivamente. Los nitratos que se encuentran en el agua, al ser ingeridos por los rumiantes, son reducidos a nitritos que son altamente tóxicos. Los nitritos asimilados se combinan con la hemoglobina de la sangre produciéndose metahemoglobina, incapaz de actuar como portador de oxígeno lo que trae como consecuencia anemia anóxica. Los animales intoxicados presentan diarreas, salivación, cólicos abdominales, disnea, temblores, marcha vacilante y posterior decúbito, palidez de las mucosas. La sangre es de color rojo oscuro debido a la anoxia. Las vacas preñadas que subsisten ingiriendo aguas con nitratos pueden presentar abortos, incluso en forma epizoótica. El problema de los nitratos o nitritos en el agua se agrava si existen en la pastura plantas tóxicas que los contengan. En caso que se determine la presencia de cualquiera de estos iones debe efectuarse un análisis bacteriológico ante la posibilidad de la existencia de gérmenes patógenos.
Magnesio: es necesario en la alimentación del ganado bovino y en muchos pozos se encuentra en exceso, combinado con el sulfato otorga al agua sabor amargo. Se consideran límites máximos: para vacas lecheras de 250 mg/l, para terneros destetados 400 mg/l y vacunos adultos 500 mg/l.
Arsénico: la elevada toxicidad del arsénico y sus compuestos exige un riguroso control de las aguas sospechosas, ya que dosis bajas pueden acumularse y provocar intoxicaciones crónicas. En estas intoxicaciones los animales se muestran deprimidos, sin apetito, débiles y se mueven con dificultad. Presentan diarrea con frecuencia de color oscuro producido por sangre y fragmentos de la mucosa intestinal. A la necropsia se observa piel frágil y desecada, lesiones en el tracto intestinal con rotura de vasos sanguíneos, hepatitis, nefritis, congestión pulmonar, endocarditis. Aún cuando otros procesos pueden presentar signos similares el hallazgo de gastroenteritis hemorrágica exige la realización de análisis para detectar la presencia de arsénico. Para bovinos se estima que la concentración máxima en agua de bebida es 0.2 mg/l.
Flúor: en cantidades adecuadas es necesario para mantener la dureza de dientes y huesos. En dosis excesivas actúa retardando el crecimiento por intoxicación crónica, pero siendo raros los casos de muerte. El flúor no atraviesa la barrera placentaria y se encuentra en cantidades mínimas en la leche y el calostro, de manera que el ternero se halla expuesto al riesgo sólo cuando comienza a ingerir agua. Los animales jóvenes sometidos a ingestiones excesivas de flúor antes de la aparición de los dientes permanentes sufren modificaciones en el tamaño, forma, color, orientación y estructura. Aparece el moteado y los dientes se desgastan dificultando la masticación, produciéndose la caída de los mismos, lo que trae como consecuencia la falta de crecimiento del animal y pérdida de estado. En los huesos se puede encontrar osteomalacia, osteoporosis y exostosis, las tres debidas a la extrema movilización de fósforo y calcio para compensar los excesos de pérdida por orina de estos elementos junto al flúor. De acuerdo al contenido en fluoruros de los alimentos, varían los niveles tóxicos de este elemento en el agua de bebida. Los niveles normales en el agua de bebida para mantener la dureza de los dientes los dan concentraciones entre 0.8 y 1.5 mg/l.
Fuentes:
Lic. Susana Cseh.2003.Dpto. Producción Animal INTA Balcarce.
Dr. Ricardo Sager.2001. EEA San Luis.
Aguas y aguadas. Bavera, Rodríguez, Bocco, Beguet, Sanchez. 1979. Ed. Hemisferio Sur S.A.
Fuente: https://www.lab9dejulio.com.ar/
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