Rol del Veterinario en el control de alimentos.

Bromatología en Misiones. Sin lugar a dudas, una de las ramas de incumbencia profesional veterinaria que se halla inserta en la vida humana es la relacionada con los alimentos. La razón básica del existir humano es una adecuada alimentación para un saludable crecimiento y desarrollo, desde el nacimiento y aún antes en la gestación.

De ahí la enorme importancia que reviste el estado inocuo para la salud que deben presentar los alimentos, con sus cargas nutrientes debidamente especificadas, envases en perfecto estado, fechas, etc. Cada producto alimenticio de consumo humano tiene detrás un largo proceso en el que intervienen distintas disciplinas científicas y también la medicina veterinaria a través de profesionales especializados en el área de la denominada ingienería alimentaria.

Esta cadena de la serie se origina en las materias primas a ser procesadas, la acumulación, concentración, elaboración, distribución, transporte y expendio de los productos o subproductos resultantes destinados al consumo de la población. Estas diferentes fases de elaboraciones alimenticias son registradas o chequeadas por profesionales técnicos oficiales, es decir, dependientes de las órbitas nacionales, provinciales o municipales de control o seguridad alimenticia, que determinan la aptitud final de los alimentos contando en la mayoría de los casos con la apoyatura de laboratorios regionales o zonales.

En nuestra provincia se comenzó con el tema del control de alimentos en concordancia con nuestra organización institucional, es decir, aproximadamente en las fechas de aprobación oficial de nuestro Consejo, en 1974.

Si bien existían colegas en estamentos oficiales municipales, estaban destinados a cubrir el control de reses en los mataderos vacunos o porcinos, circunscribiéndose a la ciudad capital y otras localidades de cabecera en el territorio provincial. Se practicaba en el resto de los productos alimenticios un control casero, es decir, los propios consumidores, merced a un empirismo práctico y básico como la utilización de los sentidos para dirimir el estado de los alimentos, eran los que determinaban su uso en el círculo familiar. Ayudaba a esta metodología el hecho de que Misiones tenía asentamientos de poblaciones de inmigrantes que, dedicados al rubro agrícola, practicaban una economía de subsistencia en lo atinente al consumo. Pero a medida que se fueron mejorando las rutas que nos conectaban con el sur productivo del país, que se habilitó el túnel subfluvial Paraná-Santa Fe, los puentes Corrientes-Resistencia, Zárate-Brazo Largo, los productos de nuestra Pampa Húmeda, producidos con costos más bajos, llegaban a granel y con precios deprimidos que morigeraron la producción doméstica y compitieron con la pequeña escala productiva local.

Resultado: los entes municipales se vieron en la necesidad de ampliar los servicios veterinarios para brindar a los habitantes la seguridad en higiene y protección alimentaria. Posadas fue pionera en ese sentido, remontándonos a la década del sesenta, en cuanto al incipiente organismo de Bromatología, afianzándose en la década siguiente con la incorporación de veterinarios a los planteles oficiales. El marco legal del accionar fue la aprobación del Código Alimentario Argentino mediante ordenanza del Concejo Deliberante y una Tributaria más precisa donde se contemplaban los productos alimenticios de consumo masivo sujetos a tasas que eran reflejo del costo del servicio. Se debe mencionar que la provincia también tenía una dependencia bromatológica con colegas a cargo, coordinándose tareas en común con los municipios en este campo como así también en Zoonosis.

El esquema municipal abarcaba lo referido a alimentos, saneamiento ambiental y zoonosis. No tardaron las principales ciudades misioneras en organizar en sus distritos los marcos legales y técnicos a semejanza de la capital. Leandro N. Alem, Oberá, Eldorado, Puerto Rico, Garupá, Apóstoles, Iguazú, San Pedro y otras tantas se fueron sumando a la tarea, que contaba con el apoyo de Posadas para recepción de material de análisis, capacitación de inspectores en las áreas mencionadas y otras labores en constante comunicación, incluso con la predisposición de colegas de Posadas que viajaban ad-honorem a las ciudades y pueblos para organizar organigramas, dar charlas técnicas y clarificaciones conceptuales ante los dirigentes (concejales, cámaras empresarias), aprobándose copias del Código Alimentario en muchas de ellas y la llamada Ley Federal de Carnes.

Se conformó de esta manera un abanico eficaz de seguridad alimentaria y de saneamiento ambiental y zoonosis concomitantes en todo el territorio provincial. Cabe destacar que en la década del ochenta Posadas conformó el Banco de Datos Bromatológicos por delegación de la Nación. Se recibían las novedades bromatológicas de las distintas direcciones de Bromatología del país, se procesaban en planillas al efecto y se reenviaban, incluyendo nuestras localidades misioneras. Estas organizaciones bromatológicas municipales, encabezadas en su mayoría por colegas, llenaron un espacio de suma importancia en lo atinente a la protección de la salud pública de los pobladores en un tiempo de cambios tecnológicos que demandaron estar a la altura de los acontecimientos. Sin dudas que se cumplió satisfactoriamente.

Hoy los desafíos en estas materias poseen el aditamento de facetas nuevas que, mediante las buenas prácticas de manufacturas, puntos críticos de control, el POES, están siendo focalizadas y registradas en provecho de una seguridad alimentaria donde los veterinarios tenemos los roles definidos por derecho histórico y, si hiciera falta, integrarnos a trabajar en equipos con otras disciplinas afines como se viene implementado en algunas áreas del Estado.

Consejo Profesional de Médicos Veterinarios de la provincia de Misiones.



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