El estudio se llevó a cabo con la población de perros ingresados en una red de hospitales a lo largo de 21 años, y ha analizado factores como la edad o la castración que pueden incrementar el riesgo de sufrir osteoartritis en los perros.
El dolor musculoesquelético y la cojera se encuentran entre los problemas clínicos más comunes observados en los perros y una gran proporción de estos casos involucra osteoartritis (OA), el trastorno articular más común en los perros.
La prevalencia de la OA varía del 2,5% a más del 80%, dependiendo de los métodos de estudio y las características de la población. Esta variación refleja diferencias verdaderas en la prevalencia entre poblaciones, relacionadas con diferencias en raza, edad, manejo y otros factores causales, así como diferencias en los métodos de diagnóstico y definiciones de casos entre estudios.
Teniendo esto en cuenta, un grupo de investigadores de la red de clínicas Banfield ha llevado a cabo un estudio, aún en preprint, en el que analizaron perros atendidos como pacientes en la red de centros veterinarios Banfield Pet Hospital en los Estados Unidos entre 1998 y 2019 con fecha de muerte en 2019. La cohorte final estuvo compuesta por 131.140 perros.
En el estudio retrospectivo se analizó estadísticamente el riesgo de sufrir osteoartritis entre los perros en distintos campos: edad inicial, sexo, peso corporal, condición corporal, estado de castración y la edad en el momento de la castración. Se utilizó el mismo modelo para probar estas asociaciones en 12 razas representativas, elegidas en función del peso de la raza y el tamaño de la muestra.
La proporción de perros en esta población que desarrollaron OA fue del 24,9%, y los resultados mostraron que la edad avanzada, el mayor peso corporal adulto, la gonadectomía y la edad más joven en el momento de la gonadectomía se asociaron significativamente con mayores riesgos de osteoartritis en la cohorte total y en las 12 razas evaluadas.
Así, la edad fue, con diferencia, el factor de riesgo más importante para el diagnóstico de OA, lo que, según los autores, coincide con la comprensión establecida de la OA como una enfermedad del envejecimiento. Este efecto fue consistente en razas de diferentes tamaños y con diferentes tasas de aparición de OA.
En la misma línea, indican que el estudio identificó una correlación con el peso corporal. A este respecto, cuando se comparó el riesgo de OA entre razas, las razas más grandes tenían un mayor riesgo, lo que coincide con hallazgos anteriores.
“En un esfuerzo por desentrañar los efectos del tamaño corporal y el sobrepeso hasta cierto punto, examinamos la interacción entre el aumento porcentual por encima del peso corporal maduro y el riesgo de OA. Este análisis mostró que el aumento de peso después de la madurez, que probablemente representa un exceso de masa adiposa, aumenta el riesgo de OA”, indican.
Este efecto, apuntan, es mayor en perros más grandes, posiblemente debido a una exacerbación del riesgo ya elevado que plantea el mayor tamaño corporal, o porque la carga mecánica absoluta del peso ganado después de la madurez es mayor en perros más grandes.
Sin embargo, la correlación entre la OA y la condición corporal, medida con la escala BCS, no fue significativa. En esta población de estudio, el 40,1% de los perros fueron clasificados con sobrepeso (BCS 6-7/9) y el 4,1% como obesos (BCS 8-9/9), y la proporción de sobrepeso y obesidad fue mayor en los perros que desarrollaron OA (sobrepeso= 50,8%, obesidad= 5,3%) que en aquellos que no (sobrepeso= 36,7%, obesidad= 3,8%).
“Si bien la escala BCS se correlacionó significativamente con el riesgo de OA, la magnitud de este efecto fue muy pequeña. Esta relación fue más fuerte en perros más pequeños, a diferencia del efecto del aumento de peso después de la madurez”, indican.
Es por esto por lo que sostienen que, en general, la escala BCS no fue un predictor potente del diagnóstico de OA. “Una posible explicación para este resultado inesperado pueden ser los desafíos prácticos en la implementación de la puntuación BCS”, admiten.
CASTRACIÓN Y SUS EFECTOS EN LA OSTEOARTRITIS CANINA
El estado de castración, sí que tuvo un impacto significativo y, al igual que la edad o el peso corporal, también afectó al riesgo de OA, que aumentó después de esta en la mayoría de los perros de razas medianas y grandes (más de 13 kilos) y en algunas razas más pequeñas.
“El impacto de la castración en el riesgo general de OA aumentó con el tamaño corporal, y la castración se asoció con menos frecuencia con el riesgo de OA en razas más pequeñas, lo que respalda la aparente mayor importancia de la castración como factor de riesgo en perros más grandes”, indican.
En este estudio, la edad en el momento de la castración se asoció inversamente con el riesgo de OA en la población total, lo que indica que el riesgo disminuyó progresivamente al retrasar la castración hasta los 2 años de edad.
“Este efecto fue el mismo en perros de diferentes tamaños corporales, lo que no concuerda con informes anteriores que sugieren que la castración temprana (antes de los 12 meses de edad) aumentó el riesgo de enfermedades predisponentes, como displasia de cadera y codo y rotura del ligamento cruzado en perros más grandes”, apuntan.
Respecto al sexo, su impacto no fue significativo y en la investigación los machos tenían un riesgo menor, aunque este efecto en la población general fue pequeño. Dentro de las razas, los machos tenían un riesgo menor en algunas razas, pero no en otras, independientemente del peso corporal y la escala BCS.
“Estos resultados ayudarán a los veterinarios a identificar perros con mayor riesgo de osteoartritis y aplicar intervenciones de diagnóstico, preventivas y de tratamiento adecuadas. La comprensión de los factores de riesgo potencialmente modificables, como la condición corporal y la castración, respaldará las discusiones basadas en evidencia con los dueños de perros sobre la gestión de riesgos en pacientes individuales”, concluyen.
LA IMPORTANCIA DE QUE LOS VETERINARIOS SE FORMEN SOBRE OSTEOARTRITIS
Como comentan los autores, es importante que los veterinarios tengan presentes en su día a día distintos aspectos, como los factores de riesgo, para atender adecuadamente a los pacientes caninos con osteoartritis o con posibilidades de padecerla.
Es por ello por lo que, desde el sector veterinario, se está trabajando para proporcionar a los profesionales todas las herramientas necesarias para hacer frente a esta enfermedad tan prevalente en los perros.
Un ejemplo es la charla que se ofreció recientemente a los veterinarios de Salamanca por parte de Ecuphar, en la que se abordó el tratamiento multimodal de la osteoartritis, donde tratar el dolor es una parte clave.
Aquí entra en juego la medicación contra el dolor. A este respecto, desde Ecuphar disponen de Daxocox, un antiinflamatorio no esteroideo (AINE) COX-2, el primero que se administra una vez por semana, reduciendo el dolor y la inflamación asociados a la osteoartritis.
Cuando se utiliza siguiendo las recomendaciones del producto, Daxocox proporciona un alivio eficaz del dolor que se mantiene de forma constante durante 7 días. El AINE, además, está autorizado para todos los estadios de la osteoartritis, ya sea leve, moderada o severa; y para perros de cualquier peso y edad, algo respaldado por numerosos estudios.
Fuente: https://www.animalshealth.es
TAGS: Osteoartritis canina. Veterinaria. Medicina veterinaria.
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