Un grupo de investigadores de Andalucía ha analizado las bacterias que se encuentran en las pulgas más comunes que parasitan los animales de compañía. TAGS: Bacterias zoonósicas. Pulgas. Perros. Gatos. Salud animal. Salud humana. Salud pública. Una Salud. One Health
El cambio climático está provocando que muchos vectores de enfermedades infecciosas amplíen su distribución geográfica, así como los patógenos que transmiten también están condicionados por la temperatura para su multiplicación. En este contexto, cabe destacar el importante papel que pueden desempeñar las pulgas como vectores de importantes bacterias patógenas, muchas de ellas zoonósicas. Teniendo esto en cuenta, un grupo de investigadores de la Universidad de Sevilla han llevado a cabo un estudio con el objetivo de detectar la presencia y evaluar la prevalencia de numerosas bacterias patógenas, cuya transmisión podría estar relacionada con especies del Orden Siphonaptera, al que pertenecen las pulgas. Para ello, sus esfuerzos se centraron en detectar e identificar un total de 9 géneros bacterianos (Rickettsia sp.; Bartonella sp.; Yersinia sp.; Wolbachia sp., Mycobacterium sp., Leishmania sp., Borrelia sp., Francisella sp. y Coxiella sp.) dentro de pulgas aisladas de animales domésticos y peridomésticos en Andalucía. Para ello, durante un período de 19 meses, obtuvieron muestras de pulgas de 182 perros perros, 78 gatos y un erizo. Para recolectar pulgas de todos estos huéspedes, contactaron con varias clínicas veterinarias, hospitales veterinarios, refugios para mascotas y algunos propietarios de mascotas. Todos los centros veterinarios y personas que participaron en el estudio estaban ubicados en la región Occidental de Andalucía, España, concretamente en diferentes localidades de las provincias de Sevilla, Cádiz, Córdoba y Huelva. El período de recolección de muestras duró desde finales de junio de 2021 hasta enero de 2023. Los veterinarios solían enviar pulgas recolectadas cada tres meses de perros y gatos infestados que visitaban la clínica veterinaria y los hospitales. Además, los refugios para mascotas y las perreras que colaboraron enviaron sus muestras cada 2 o 3 meses y, a veces, incluso con más frecuencia cuando encontraron un huésped con una alta tasa de infestación. En total, para este estudio se recolectaron un total de 812 pulgas y se identificaron morfológicamente cinco especies diferentes, incluidas Ctenocephalides felis, Ctenocephalides canis, Spilopsyllus cuniculi, Pulex irritans y Archaeopsylla erinacei. La especie mayoritaria fue C. felis con un total de 713 ejemplares recolectados, lo que representó el 88% del total de pulgas obtenidas. La siguiente especie en abundancia fue P. irritans, con un total de 44 pulgas recolectadas (5% del total). Por último, las especies restantes identificadas fueron A. erinacei, con 39 ejemplares recolectados, 10 pulgas clasificadas como S. cuniculi y 6 pulgas como C. canis, que representaron el 5%, 1% y 1%, respectivamente, del total de pulgas recolectadas. Durante el estudio, se detectó Wolbachia sp. en las cinco especies identificadas, con una prevalencia total del 86%. Dentro del género Rickettsia (prevalencia del 22%), dos especies diferentes, R. felis y R. asembonensis, fueron identificadas principalmente en C. felis y A. erinacei, respectivamente. Por otro lado, los resultados revelaron un total de 131 pulgas dieron positivo a la presencia de Bartonella spp., lo que representa una tasa de prevalencia del 16% para este género, identificándose dos especies: B. henselae y B. clarridgeiae. Además, se detectaron tanto Y. pestis como L. infantum. En ambos casos la prevalencia fue muy baja, pues solo se detecto Y. pestis en un ejemplar de P. irritans de un perro, y L. infantum en dos pulgas identificadas como C. felis aisladas de dos perros diferentes De todos los agentes bacterianos zoonósicos analizados en el estudio, sólo seis de ellos no fueron detectados en ninguna de las pulgas investigadas (R. typhi, B. quintana, F. tularensis, Mycobacterium spp., C. burnetii y Borrelia spp.). “El presente trabajo demuestra que la presencia de determinados agentes infecciosos en pulgas, junto con la demostración de su papel vectorial en la transmisión de numerosas enfermedades, subraya una vez más la importancia de este grupo de artrópodos para la salud tanto humana como animal”, destacan. En este sentido, recuerdan que el número de bacterias patógenas detectadas, el número de potenciales especies de pulgas implicadas en su transmisión y la aparición de nuevas zonas potencialmente endémicas siguen aumentando año tras año. “Esto subraya aún más la necesidad de implementar medidas de control y profilaxis para prevenir la infestación de nuestras mascotas por estos ectoparásitos, así como limitar el contacto con zonas infestadas o ambientes favorables a las pulgas”, indican. Además, consideran que estos estudios refuerzan la necesidad de seguir profundizando en aportar nuevos datos actualizados que permitan confirmar la posibilidad de que las pulgas puedan desempeñar un papel vectorial activo en la transmisión de determinadas enfermedades como la leishmaniosis. Los parásitos externos pueden ser un riesgo para los animales de compañía si no se toman las adecuadas medidas preventivas. Por ello, desde el sector de la salud animal ofrecen numerosas opciones para que los propietarios puedan hacer frente a esta amenaza, desde collares hasta pipetas y comprimidos. Pero hay que recordar que las pulgas no solo se encuentran sobre el propio animal, sino también en su entorno. Es el caso de Fatro, que cuenta con Flee, un antiparasitario ambiental a base de dimeticona que actúa mecánicamente por atrapamiento, para eliminar pulgas y ácaros allí donde anidan. De hecho, desde Fatro recuerdan que solo el 5% de las pulgas se encuentra en forma adulta sobre el animal, mientras que el 95% están aún en formas inmaduras en el ambiente. Por ello, Flee es el complemento ideal a los tratamientos tradicionales con collares, pipetas, comprimidos.CTENOCEPHALIDES FELIS, LA PULGA MÁS COMÚN
LA PREVENCIÓN DE LAS PULGAS EN ANIMALES DE COMPAÑÍA
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