Neuquén y Río Negro consolidan su perfil como territorio libre de enfermedades en salmónidos, un sello sanitario que impulsa exportaciones, abre mercados inéditos y posiciona a la trucha arcoíris como la gran embajadora acuícola del país. TAGS: Trucha Arcoíris. Producción acuícola. Acuicultura argentina
En el sur profundo, donde los lagos se espejan entre montañas y el agua corre con una pureza que parece intacta, la Patagonia vuelve a ganar protagonismo en un mercado global cada vez más exigente. La trucha arcoíris —silenciosa, constante y resistente— se convirtió en la especie que hoy marca el pulso de la acuicultura argentina.
Sanidad: el capital invisible que abre puertas
El corazón del éxito, sin embargo, no está solo en los números. Desde 2006, el SENASA mantiene un sistema de vigilancia sanitaria que permitió certificar, ante la Organización Mundial de Sanidad Animal, la ausencia de enfermedades de notificación obligatoria en los salmónidos de Neuquén y Río Negro.
Un estatus que pocos territorios en el mundo pueden mostrar y que se traduce en confianza, trazabilidad y competitividad.
Las aguas del río Limay —desde su cuenca alta hasta el embalse Piedra del Águila— ofrecen condiciones naturales excepcionales. Combinadas con esa sanidad probada, se transforman en un escenario ideal para la cría de trucha arcoíris de alta calidad, capaz de responder a los estándares más rigurosos del comercio internacional.
Los resultados no tardaron en llegar. Solo en 2025, el SENASA certificó 5.314 toneladas exportadas desde la región. Chile lidera las compras con 3.697 toneladas, seguido por Japón (609 t) y Canadá (594 t). Estados Unidos, Letonia e Israel también incorporaron producto patagónico a sus cadenas de abastecimiento.
La constancia y el volumen consolidan a Neuquén y Río Negro como un polo estratégico para la producción de salmónidos, con envíos regulares y un prestigio sanitario que se reafirma año tras año.
Cuatro mercados nuevos y un salto cualitativo
Pero hubo un hito que sobresalió: por primera vez, Argentina logró exportar ovas embrionadas de trucha arcoíris a Bolivia, Colombia, Ecuador y Perú. La apertura, gestionada con el respaldo técnico del SENASA y la Comunidad Andina de Naciones, es un aval directo a la calidad genética y sanitaria del producto local.
Exportar material reproductivo desde una zona libre de enfermedades no solo amplía la cadena de valor; también posiciona al país como proveedor confiable de insumos críticos para la acuicultura regional.
Una Patagonia que crece mirando lejos
Con nuevos mercados abiertos, una producción que no deja de expandirse y una sanidad reconocida internacionalmente, Argentina pisa fuerte en el mapa global del sector. Y es desde la Patagonia —donde el azul del agua es identidad y futuro— que la trucha arcoíris continúa ganando territorio, crédito y demanda.
Fuente: Infosalmon




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